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"No, quiero ponerla en el pecho"

 Eran la una de la mañana de un viernes 13, que mi pequeña asomaba la nariz en este mundo.

El corazón me latía a mil por hora y sólo quería ponerla en el pecho, sentir esa nueva union entre mi hija y yo. 
Mis expectativas eran demasiado altas para lo que iba a suceder a continuación: "me puede ayudar a ponerla en el pecho?" "No prefieres descansar? No es obligatorio ponerla en el pecho"

"No, quiero ponerla en el pecho"... Ante tan determinante afirmación, la enfermera me cogió el pezón, de mala gana, e intentó en vano estimular los labios de mi hija, que ni si quiera se percató. "No tiene hambre, probamos luego"... Pero, cómo no iba a tener hambre? 

Pues así pasaron mis primeras ocho horas como madre: intentando dar el pecho a un bebé recién nacido, sin ayuda ni apoyo... La pesada de la 322 que no hace más que llamarnos: "la quieres dejar tranquila? Tú hija quiere descansar y no comer, ha tragado mucho líquido amniótico, no tiene hambre... No la pongas cerca tuyo, que te huele y se estresa". 

Bien al día siguiente si empezaron a estresar cuando les seguía rogando ayuda y mi hija que no podía agarrarse al pecho y lloraba... Para contentarme decidieron que tenía los pezones invertidos y me pusieron pezoneras. Mi hija se agarró al pecho de inmediato, qué felicidad! No sabía yo, ingenua, que con esas pezoneras comenzábamos las dos un camino de calvario y desatino. 

El tiempo pasaba y cuanto menos molestase, mejor. Por el Coronavirus estaba sola, mi marido me ayudaba pero me faltó esa presencia femenina, esa tribu, esa madre que te hubiera enseñado y que hubiera remarcado, quizás, que ni orinaba ni defecaba suficientemente. Pero no había tiempo para dedicarle a esta madre primeriza, aunque sí, invitaciones a chupetes y biberones para descansar... Salimos de la maternidad un día antes bajo la amenaza del inicio del confinamiento en el país galo. Un país de biberón, que ya no recuerda sus orígenes como especie.
Hoy pienso si mi hija estuvo en peligro ante tanta dejadez. Afortunadamente, estamos bien las dos, aprovechando la una de la otra...

Clara

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