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El frenillo lingual y la anquiloglosia


¿Qué es el frenillo lingual?


El frenillo lingual (frenulum linguae) es un pliegue vertical de mucosa situado en la zona inferior de la lengua, que la une al suelo de la boca. Algunas veces se observa un frenillo lingual anormalmente corto o poco elástico, que dificulta los movimientos de la lengua e impide que ésta se proyecte hacia fuera de la boca o haga contacto con el paladar estando la boca abierta o dificulta su peristaltismo (movimientos ondulantes) normal: esta situación es lo que se denomina ‘frenillo corto’ o ‘anquiloglosia’.

Tipos de frenillo sublingual


Hay 4 tipos diferentes de frenillo sublingual, dependiendo de donde se inserten en la base de la lengua:

- Tipo 1 anterior: la inserción del frenillo se produce en la punta de la lengua dándole forma de corazón o parece bífida.

- Tipo 2 anterior: la inserción del frenillo se produce a menos de 1cm del borde de la lengua, cuando el bebé llora la punta de la lengua desciende hacia abajo, ya que el frenillo tira de ella hacia el suelo de la boca.

- Tipo 3 posterior: la inserción del frenillo se produce a más de 1cm de la punta de la lengua. Cuando el bebé llora, la lengua se asemeja a un bloque o se eleva por los laterales y se hunde por el centro.

- Tipo 4 posterior: no hay frenillo visible, ya que es submucoso. Al igual que el tipo 3, se visualiza una lengua compacta en forma de bloque que no se eleva.

Los frenillos posteriores, sobre todo el tipo 4, son menos evidentes, resulta más difícil de diagnosticar ya que muchas veces no se ven a simple vista y, desgraciadamente, muchos profesionales sanitarios no poseen la formación necesaria para ello, por lo que pueden haber asegurado que no existe anquiloglosia a pesar de que haya problemas evidentes en la lactancia que no han mejorado a pesar de haber tratado de corregir la postura y el agarre.

¿Cómo afecta al bebé la anquiloglosia o frenillo corto?


Un bebé con anquiloglosia tendrá dificultades para agarrarse al pecho y mamar de forma eficiente, en ocasiones tanto bebé como madre desarrollarán mecanismos compensadores que hagan que se alimente de forma correcta a pesar de estas dificultades, en otras ocasiones no se desarrollarán estos mecanismos y el bebé no ganará peso de forma correcta o, incluso, perderá peso.

Existen diversos signos más allá de la propia visualización del frenillo lingual, que nos pueden hacer sospechar la presencia de anquiloglosia, algunos relacionados con el bebé y otros con la madre.

En el bebé podremos ver atragantamientos frecuentes, chasquidos al mamar, retrognatia, paladar ojival, asimetría facial, callo de succión, mofletes de trompetista, dificultades para agarrarse al pecho, cansancio con las tomas, escasa ganancia de peso por una succión ineficaz, tomas excesivamente largas y continuas, movimientos de la lengua y de la musculatura orofacial anormales (retuercen la lengua, tuercen la boca al abrirla).

¿Y cómo afecta a la madre la anquiloglosia o frenillo corto?


Con respecto a las madres, lo más frecuente y llamativo son las grietas y el dolor al amamantar que no mejoran al corregir postura y agarre, también aparecen obstrucciones y mastitis agudas y subagudas de repetición, pezón rojo e irritado, síndrome de Raynaud, hipogalactia por una estimulación deficiente del pecho, también puede darse la situación contraria con sobreproducción de leche con galactorrea (cuando el bebé mama de un pecho, el contrario gotea) y sensación de pechos llenos a pesar de que el bebé siga mamando.

¿Qué consecuencias puede tener a largo plazo?


Además de problemas relacionados con la lactancia, el frenillo lingual corto puede dar multitud de problemas a lo largo de la vida:

  • Problemas de fonación: al no poder elevarse la lengua suficientemente se tienen dificultades para pronunciar las consonantes que requieren del contacto de la lengua en el paladar (t, d, n, l, r).

  • Dificultades en la masticación y la deglución de alimentos debido a la limitación de la movilidad de la lengua.

  • Desarrollo anómalo de la estructura maxilofacial: los niños nacen con un paladar estrecho y abovedado que, gracias a los movimientos linguales, se va abriendo y desciende de manera paulatina. Si esto no ocurre aparecerán bocas estrechas, malas mordidas, malas oclusiones, etc. Además cuando la estructura maxilofacial no se desarrolla con normalidad, la persona tiene tendencia a respirar por la boca en lugar de por la nariz, la boca se seca, el ph baja, las amígdalas y la adenoides se hipertrofian y los oídos no ventilan bien. En estos casos, son más proclives a padecer caries, apneas del sueño, procesos alérgicos, rinitis, otitis, sinusitis, amigdalitis e, incluso, bronquitis o neumonía.

¿Cómo se diagnostiga la anquiloglosia? ¿Cuando se aconseja cortar?


Para determinar si el frenillo lingual está ocasionando una anquiloglosia existen diversas escalas de valoración, siendo las más conocidas la de Hazelbaker y el test de la lengüita. Al realizar la valoración es importante realizar una buena historia clínica y exploración física tanto del bebé como de la madre, ya que nos revelarán muchos de los signos de los que antes hemos hablado y será necesario explorar la boca y tocar el frenillo para ver su longitud y elasticidad, además de determinar que tipo de frenillo es. Con todos estos datos, podremos determinar la limitación que ocasionan y si está indicada realizar la frenectomía o se puede intentar un tratamiento más conservador con terapia sacro-craneal y posturas de agarre profundo.

Se realice o no la frenectomía, es importante hacer un seguimiento de estos niños, pues frenillos que en un principio podían parecernos no limitantes y/o que podrían mejorar con medidas conservadoras, puede que finalmente sí que produzcan una limitación mayor de la estimada.

En el caso de realizar la frenectomía, además será necesario realizar una serie de ejercicios de rehabilitación posteriormente para que la lengua recupere su funcionalidad. La realización de estos ejercicios es tan importante como la propia frenectomía, ya que además de rehabilitar la musculatura, evitan que la herida se cierre de modo que el frenillo aparezca de nuevo, por ello debemos ser muy constantes e insistentes en su realización.


María Verónica Pleguezuelo Ramos, Médica Interna Residente de Medicina Familiar y Comunitaria y madre de dos niños.

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