Ser padre, quien me lo iba a decir.
Pues sí, lo soy.
Con la de veces que pensé que no podría.
Permitidme que me presente. Soy Miguel Ángel, enfermo de esclerosis
múltiple y padre de Martín. Me gustaría contaros como afronto mi
paternidad con la enfermedad que tengo y es precisamente lo que me
dispongo a hacer en las líneas sucesivas.
Veréis, una de las características de
mi enfermedad es la fatiga física (cansancio). Algunas mañanas, al
levantarme de la cama, ya estoy cansado. También sufro problemas de
equilibrio, debilidad muscular en piernas y brazos y más problemas
que prefiero omitir.
Hace un año me concedieron una
incapacidad permanente por lo que ya no trabajo. Cada mañana
practico natación para mantenerme físicamente activo. Mi esposa
trabaja en el hospital y soy yo quien se queda con Martín y lo cuida
durante todo el día. Además, tengo que decir que no tenemos familia
en Sevilla y prácticamente estamos solos, a excepción de algunos
buenos amigos. En ocasiones, tengo que confesar que los días se me
hacen muy largos porque me agoto y el cuerpo no me da más, pero
Martín, con tan sólo seis meses, parece que entiende más que
algunos adultos, porque me lo hace todo mucho más fácil y estamos
bien el uno con el otro.
Si me preguntáis si tengo miedos os
diría que no, pero sería mentira. Tengo miedo a que mi hijo se me
caiga de los brazos, a perder el equilibrio y darle un golpe o
quedarme en silla de ruedas como ya me pasó hace cuatro años. Desde
que Martín nació, no pienso en miedos ni problemas, solo pienso en
cómo hacerles feliz a él y a su mamá.
Ser padre ha sido lo mejor que he hecho
en toda mi vida y ninguna enfermedad va a poder conmigo, ni me va a
entristecer, ni va a mermar mis ganas de hacer feliz a mi familia.
El primer beso que le di. Su forma de
mirarme con una sonrisa en la cara. Como cepillaba su pelo mientras
su mirada se fijaba en mí. Los festivales de cosquillas. La manera
de cubrir su carita con miles de mis besos… Son cosas que él no
recodará, pues es un bebé, pero yo sí, y las llevaré eternamente
guardadas en mi corazón.
Yo no elegí tener esta enfermedad,
pero hay una persona que sí quiso tenerla, esa es María José, mi
esposa. Cuando me diagnosticaron la enfermedad, éramos novios y
llevábamos tan solo dos años y pico, por lo que yo le dije que si
quería irse de mi lado lo entendería y nunca le guardaría rencor.
Entonces ella me preguntó si podía decirle que haría yo si la
enferma fuese ella, y le contesté que jamás la dejaría. Y entonces
ella me dijo que eso es lo que ella haría, no dejarme jamás.
Hay algo que suelo repetirme a menudo y
es que "la felicidad es una actitud". Espero que os sea
posible haceros una leve idea de cómo afronto la mejor y más bonita
etapa de mi vida. A pesar de las dificultades que la vida me
presente, me considero el hombre más afortunado de este mundo por
todo lo que la vida me ha dado.
Y recordad que
la felicidad no es más que una actitud, así que actitud positiva y
a ser felices.
El éxito consiste en vencer el miedo a
los obstáculos que se presentan.
Miguel Angel Gava
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